BIZKAIA, UN MODELO ECONÓMICO INVIABLE, INSOSTENIBLE E INJUSTO

El modelo económico impulsado tanto por el EAJ-PNV como por PSE-EE en Bizkaia, basado fundamentalmente en la atracción de capitales e inversiones a partir del impulso de megaproyectos tractores liderados por multinacionales, dentro de un modelo de alianza público-privada que ofrece a estas una amplia cartera de ventajas fiscales, ayudas, subvenciones y financiación de su política de I+D+i, es en última instancia:

1. Un modelo inviable, que apuesta empecinadamente por un crecimiento económico que no va a producirse según todos los análisis internacionales, en base además a megaproyectos que son verdaderas burbujas especulativas (Corredor vasco de hidrógeno), iniciativas desarrollistas sin sentido alguno (interconexión eléctrica con el estado francés desde Gatika), o procesos de innovación cojos y mal planificados (como el BAT de la Torre Bizkaia).

2. Un modelo que prima lo corporativo a lo público, dejando todas las decisiones en manos de las grandes empresas que dominan los mercados. En sentido contrario, las capacidades públicas van a seguir sufriendo un progresivo proceso de degradación: crisis, fiscalidad regresiva en favor de grandes capitales, inversiones públicas posiblemente fallidas, nula voluntad de regular al poder corporativo, retroceso de la propiedad pública, entrega gratuita de datos a las grandes tecnológicas, etc.

3. Un modelo insostenible, que ahonda en la aceleración del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de energía fósil y materiales. Proyectos prioritarios como la investigación en energía fósil (Energy Intelligence Center), el desarrollismo descarado del túnel bajo la ría y la Supersur, el nuevo Guggenheim en Urdaibai, o la proliferación de megaparques eólicos sin planificación democrática, planteados desde una lógica de acumulación de capital, son solo algunos ejemplos.

4. Un modelo injusto, desigual y precarizador. La asimetría en favor de las grandes empresas sigue ahondando en las desigualdades ya existentes. Así, la nula democracia deliberativa; la desindustrialización implícita que conlleva; las escasas expectativas y compromisos por generar empleo de calidad; la precariedad vinculada a una terciarización y digitalización en ascenso; la dinámica antisindical; el desmantelamiento de los servicios sociales públicos, abundan en las desigualdades ya muy notables de clase, género y etnia/raza.

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