Un valioso encuentro
En 1993 tuve el honor de conocer a Nicolás Ipamo Parapaino, en esa época, joven artista plástico indígena del pueblo Monkox Chiquitano. Fue nuestro productor de campo, quien nos guio por la chiquitanía, el territorio guarayo y por el chaco guaraní durante la producción de una serie de documentales sobre esos pueblos, que realizamos bajo la dirección de Iván Sanjinés. Desde el inicio, compartir el viaje con Nicolás fue una constante aventura de aprendizajes sorprendentes, pues su incansable vocación y carisma para contar anécdotas y sobre todo historias era inagotable y siempre dejaban sin respiración, con la expectativa de como terminarían y por supuesto con la ansiedad de que inicie otra.
Las historias de Nicolás, no eran para nada comunes, ni en los temas, ni en las formas de narrar, pues eran completamente novedosas para mí hasta ese momento. Mi universo narrativo, al igual que la mayoría de la población urbana, estaba sesgada por la literatura occidental, por las formas y los contenidos del cine de Hollywood y una TV llena de telenovelas mexicanas que dominaban y que dominan hasta ahora el espectro mediático nacional.
Sus historias contaban la vida misma de su comunidad y de su pueblo, su valiosa cosmovisión. Estaban llenas de vida, de magia, de humor, de espiritualidad, de respeto y convivencia entre las personas y con el bosque, así como con sus deidades. Pero también incluía enseñanzas y valores heredados desde sus abuelos, como la visión comunitaria y el respeto a la naturaleza. Yo pensaba en ese momento, que maravilloso sería que estas historias podrían plasmarse en películas y que mi familia pueda también disfrutarlas como yo lo hice, igual que el resto del país. Pero en ese tiempo eso era utopía.
Día del cine boliviano
Mediante el DS 29067, promulgado por Evo Morales Ayma, el entonces primer presidente indígena de la república de Bolivia; desde el 2007 todos los 21 de marzo en Bolivia se celebra el Día del Cine Boliviano, en conmemoración del aniversario del asesinato de Luís Espinal Camps, cineasta y periodista audiovisual y en homenaje a su lucha por el respeto a los Derechos Humanos y el establecimiento de la democracia en Bolivia.
El DS, en algunas consideraciones destaca: …que las actividades cinematográficas son un instrumento de promoción y difusión de los Derechos Humanos…. También, …que el cine y video nacionales, más allá de su carácter de entretenimiento, cumplen una función social relevante para comprender la historia y las luchas sociales de Bolivia, reconociendo su valor en la política cultural y siendo capaz de constituirse en un forjador de la conciencia del pueblo, razón por la que es necesario que todos los bolivianos tengan la oportunidad de conocer y valorar esta producción audiovisual nacional.
Función del cine y el audiovisual
Gran parte del valioso acerbo cinematográfico nacional producido, con sus varios matices por supuesto, es resultado de esfuerzos y sacrificios personales o de colectivos, a quienes se debe agradecer y dar homenaje, pero prefiero no mencionar a ninguno para evitar omisiones injustas, porque se debe valorar desde las y los directores hasta los técnicos que aportaron en esta labor.
Está claro el importante papel y poder que ejercen el cine y los audiovisuales en la construcción de las visiones de mundo, las identidades y los imaginarios de los pueblos; ya que a estas alturas del milenio se puede afirmar que casi ya no existe población alguna en el mundo que este exenta de su influencia. Tomando en cuenta el avance de las tecnologías que han diversificado las formas de difusión, desde las tradicionales salas de cine, que ya no tienen tanta relevancia como antes, la TV, hasta la acelerada irrupción del universo de posibilidades que ofrece Internet y las RRSS.
En ese ámbito en Bolivia, indiscutiblemente, el cine de Hollywood, conjuntamente con la industria televisiva mexicana, desde mediados del siglo XX predominan en el espectro cinematográfico y televisivo nacional. Hecho que progresivamente ha ido alterando silenciosamente, para bien o para mal, la identidad, cultura y valores de las personas y de los propios pueblos indígenas que provenimos la mayoría de las y los bolivianos. Con situaciones que pueden ser anecdóticas como la introducción de modismos mexicanos o anglosajones en el lenguaje cotidiano de los jóvenes que hace 30 años atrás no existían, como “carnal” “buey” “broder”, etc. O aspectos más graves aún, como la creciente apropiación de valores ajenos como el individualismo, el consumismo, el resurgimiento de racismo y la discriminación; o el efecto de la creciente migración campo ciudad, son aspectos muy presentes que deben seguir llamándonos la atención hoy.
Transformaciones políticas ocurridas y su relación con el cine y el audiovisual
En 2009, Bolivia cambió para siempre y nació el nuevo Estado Plurinacional de Bolivia, con nuevos fundamentos como la Descolonización, la Plurinacionalidad, el Vivir Bien y el reconocimiento amplio de los Derechos Individuales y Colectivos, sobre la base del reconocimiento a la preexistencia de las 36 naciones y pueblos indígenas originarios, rompiendo de esta manera con el viejo modelo republicano colonial.
En coherencia a los cambios constitucionales, en 2018 se aprueba la Ley 1134, que se constituye en la nueva Ley del Cine y Arte Audiovisual Bolivianos. Hay que destacar que por primera vez la Ley reconoce otras formas de producción y uso del cine al convencional. En el Artículo 3 inciso c (fines) dice: “El fomento y difusión del cine y audiovisual indígena originario campesino, contribuyendo a la construcción y consolidación del Estado Plurinacional y al derecho colectivo de crear y recrear un imaginario propio desde formas de producción y usos participativos y comunitarios, expresando su realidad, cosmovisiones y derechos con una mirada descolonizadora, despatriarcalizadora, transformadora e intercultural”.
Aunque hay resistencia de algunos sectores, en ese contexto el cine y el audiovisual boliviano, hoy también tienen el reto de transformarse y aportar a estos nuevos preceptos. Desde las diferentes formas de hacer, narrar y difundir. Ahora también debe aportar a construir esa “Plurinacionalidad”, a recuperar las identidades y valores propios de los pueblos indígenas, que somos la mayoría de la población, a recuperar la memoria histórica olvidada o no contada de los diferentes pueblos indígenas, a promover otras formas propias de narrar; en resumen, a aportar en el largo camino de la descolonización para volver a ser nosotros mismos.
Se valora el aporte del cine nacional convencional por supuesto, que tiene derecho a continuar con su propia de forma de producir y narrar. Pero también, acorde a los nuevos tiempos es necesario avanzar en la descolonización de la imagen, donde la visiones históricamente invisibilizadas e ignoradas hoy también estén presentes en las diferentes pantallas para el alcance de toda la población nacional e internacional. Y en ese camino no se pude dejar de reconocer el aporte innegable de quienes, como Jorge Sanjines y el Grupo Ukamau, hicieron del cine un espacio de lucha, de reafirmación cultural y de identidad desde las cosmovisiones andinas.
Y ese camino de descolonizar la imagen no significa cambiar a la protagonista rubia y con rasgos occidentales de siempre, por una mujer de pollera aymara indígena, reproduciendo el mismo rol, como ocurre hoy, por ejemplo, en la mayoría de la televisión boliviana, donde se ve también a conductoras indígenas en programas comerciales, donde entretienen bailando y cocinando para promocionar productos.
CAIB y su aporte silencioso a la descolonización del cine y el audiovisual
Por suerte, para Nicolás Ipamo, esa primera experiencia de producción documental narrada, le cambio la vida. Entendió el poder estratégico del cine y del audiovisual y se propuso alcanzar el sueño de contar el mismo las historias de su pueblo, pero también de utilizar los audiovisuales para luchar por los derechos de los demás pueblos indígenas del país. Se formo y a lo largo de más de 20 años de trabajo incansable, de forma individual y comunitaria, aportó con importantes obras diversas, tanto documentales, como en ficción, de las que destacamos el cortometraje “El Cazador” y el largometraje La “Tentación del Nixis”, entre muchas.
En ese camino, Nicolás, junto a Ana Vilacama y otros comunicadores audiovisuales indígenas de diferentes pueblos de Bolivia, en 1996 fundan la Coordinadora Audiovisual Indígena Originaria de Bolivia CAIB, como una organización de base y brazo técnico de sus organizaciones, con el objetivo de responder, desde el cine y el audiovisual, a las necesidades y reivindicaciones históricas de los pueblos indígenas originarios campesinos de Bolivia, relacionados con los derechos individuales y colectivos, el territorio, etc.
Desde entonces CAIB ha producido más de un millar de producciones audiovisuales en diferentes géneros y formatos, que recogen desde una mirada propia, historias nunca antes contadas de los pueblos; problemáticas, preocupaciones y denuncias de las comunidades indígenas campesinas, ignoradas por los medios tradicionales, también recogen la diversidad cultural, los idiomas; y en general otras formas no conocidas de convivir, compartir, festejar y hasta amar.
Su trabajo es más valorado en el exterior, porque, además de haber recibido innumerables premios y reconocimientos, es un referente internacional como una de las experiencias más importantes de un cine y audiovisual indígena. En Bolivia, muchas veces fue visto de manera marginal, sin embargo, de manera silenciosa, CAIB y el Sistema Plurinacional de Comunicación Indígena Originario Campesino Intercultural, desde el audiovisual y la labor comunicacional, han aportado a lo largo de los años al proceso de trasformación que ha vivido Bolivia en las últimas décadas, transitando de un Estado Republicano Colonial al nuevo Estado Plurinacional. Porque su trabajo y toda su producción estuvo dirigida a fortalecer a las propias comunidades, a las organizaciones por medio de difusiones directas. Y a la población en general por medio de la difusión televisiva, que desde 2003 se pasa a nivel nacional por la señal estatal de canal 7.
También ha acompañado con su trabajo el periodo de la Asamblea Constituyente y aportado al nuevo texto constitucional, así como ha portado también en la construcción legislativa con nuevas leyes como la de Telecomunicaciones 164 y la Ley del Cine y el Arte Audiovisual Bolivianos 1138, entre muchas acciones más.
A manera de cierre
Este 21 de marzo Nicolás Ipamo, Ana Vilacama, Reynaldo Yujra y CAIB, junto a otros cineastas recibieron un reconocimiento por su aporte del Ministerio de Culturas Descolonización y Despatriarcalización del Estado Plurinacional de Bolivia.
Es relevante este hecho, porque es la primera vez que nuestro Estado reconoce el aporte, tanto individual como colectivo del cine y el audiovisual indígena. Tenemos la esperanza que este reconocimiento se concrete en un fomento real, con la aplicación de la nueva Ley del Cine y el Arte Audiovisual Bolivianos.
Por cuestiones narrativas, este escrito se ha centrado en la trayectoria de Nicolás Ipamo y menciona también a Ana Vilacama, sin embargo, ambos representan a más de un centenar de realizadores/as y creadores/as indígenas originarios campesinos de al menos 20 pueblos indígenas de Bolivia, y por cierto una mayoría mujeres, que trabajan incansablemente construyendo la descolonización de un cine y un audiovisual propio. A ellos nuestro reconocimiento.
Franklin Gutiérrez Zárate
Es realizador audiovisual y miembro de CEFREC