La Coordinadora de ONGD vascas piensa que con la llegada del coronavirus a Euskadi hemos sufrido en tan sólo unas semanas la fragilidad de un
modelo económico y social que nos ha llevado a confinarnos en nuestros hogares, a renunciar a la movilidad, a repensar el modelo de trabajo y a revisar las cadenas de
producción y de nuestra propia alimentación. En síntesis, el hecho de que el conjunto de la población pueda ser considerada vulnerable nos sitúa ante un espejo: nos muestra que aquí, como en el resto del mundo, seguimos lejos de resolver la necesidad social del cuidado. Así pues, la pandemia pone de relieve desigual
dades estructurales de distinta naturaleza: una cobertura pública limitada, un sector laboral precario y precarizado, familias sobrecargadas asumiendo los cuidados y una desigualdad de género que afecta tanto en el ámbito remunerado como en la distribución en el interior de las familias.
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