“No es solo la vida y la integridad de las defensoras, son también las luchas históricas por la igualdad de género las que están en juego”.
Las defensoras de derechos Humanos luchan en su día a día por cambiar la situación y por ello están en situación de amenaza y riesgo constante. El estudio Violencia contra las Defensoras de Derechos Humanos en Mesoamérica. Diagnostico 2012 , recoge lo siguiente:
- Entre 2010 y 2012, al menos 38 defensoras de derechos humanos de Guatemala, Honduras y México perdieron la vida a causa de la violencia y en 2012 se han contabilizado un total de 414 agresiones contra mujeres defensoras.
- Las defensoras son por lo general víctimas de más de una agresión. De las agresiones registradas, 60% forman parte de una serie de agresiones. Las defensoras enfrentan reiteradas violaciones a sus derechos humanos, lo que implica que el ejercicio de su labor y bienestar personal se vea continuamente alternado por los ataques recibidos.
- Hay que destacar el sesgo de género en la violencia que enfrentan las defensoras. Del total de las agresiones registradas durante el año 2012 casi 40% presentan componente de género.
La violencia sufrida por las defensoras no se puede aislar de la experiencia que todas las mujeres, en mayor o menor medida, han enfrentado por el solo hecho de ser mujeres.
La violencia y la discriminación de género ponen en riesgo la integridad de las defensoras y la continuidad de sus luchas. Además, cuando son agredidas por su labor como defensoras, en muchos casos, se minimizan, normalizan o niegan las mismas como ocurre en las violencias cotidianas. A diferencia de los defensores, al ser objeto de la discriminación y violencias machistas que imperan, las defensoras acumulan en su vida personal un continuo de pequeñas y cotidianas violencias que van minando su capacidad y fortalezas para entender y enfrentar las violencias.
Como defensoras, por el mero hecho de ser mujeres los retos que enfrentan no son los mismos que afrontan los defensores ya que se relacionan con el género y son atacadas en razón de lo que son y de lo que hacen.
La violencia en contra de las defensoras, además de poner en riesgo a las mismas, instala la cultura del miedo en el resto de mujeres, inhibiendo que se manifiesten y organicen para la defensa de sus derechos. El gran número de agresiones, así como la invisibilización de las mismas y el clima de impunidad, demuestran la gravedad y dimensiones de esta problemática.